jueves, 20 de octubre de 2016

" CERRÈ LOS OJOS......Y ME ENCONTRÈ "

Me senté y cerré los ojos y entonces me vi... me vi a mi, llena, repleta de amor que no había dado, de amores que nunca habían sido amores, rodeada de personas que no me interesaban. Entonces paré... Y me acordé que me habían amado, que había personas que realmente se interesaban por mi.

Me acordé de cada una de las tarde donde me había dedicado a caminar en silencio por la calle, con la cabeza solamente en el canto de los pájaros, sintiendo el aroma de cada una de las flores, la manzanilla que brota en el barrio y ya lo hacía desde mi infancia.

Viajé hasta mi infancia, cuando me sentaba bajo los árboles para escribir cartas de amor que nunca iba a dar, me acordé cuando me escondía atrás de los árboles para ver ese chico que robaba todos mis sueños, mientras que soñaba, vivía una vida nueva, llena de felicidad, un sueño que no terminaba nunca.

Y fui a mi adolescencia metida atrás de libros que contaban grandes historias de amor, donde yo podía seguir imaginando mi futuro, cada tanto agarraba de nuevo mi cuaderno y escribía una poesía tonta para el amor del momento, ese amor, ese amigo que nunca se había fijado en mi.

Las tardes de mate y galletitas con Daniela hablando de chicos y las siestas en casa de Mariana después de comer la polenta que nos hacía su abuela, las escapadas a fumar con Lorena cuando ya no queríamos hacer mas gimnasia, los chicos malos del barrio con los que nos gustaba charlar, para estar al tanto de los últimos robos, como si eso nos diera seguridad, los domingos en la cancha con mi papá, y las tardes de fin de semana interminables, entre caballos y pasto mirando un cielo que algún día sería mío.

Y llegué a la casi madurez, los veranos en la costa, conquistando corazones inconquistables, con una histeria estúpida, tomando sangría o la bebida del momento, corriendo durante ratos por la playa para no perder la costumbre de correr y con los pies descalzos por la playa no olvidarme que podía caminar despacio también.

Me acuerdo que un día me desperté y dije, bueno ya soy grande y busqué un trabajo, ya no me divertía salir, ya no me divertía tomar, ya no me divertía hablar con los chicos malos del barrio, pero todavía me sentaba abajo de un árbol a escribir o leer, o de espaldas al cielo viendo como las hormigas hacen su trabajo con una rigidez casi absoluta, o miraba el cielo y seguía pensando "un día eso va a ser mío" y me iba en una nube a recorrer el mundo que habitaba en mi cabeza, las pirámides de Egipto, las playas de México, las Navidades de New York, los trenes de Tokio, la muralla china, el camino del inca, Roma, París, Madrid, Manchester que siempre fue un lugar de ensueño, cada lugar era un misterio.

Conocía personas mentalmente, imaginaba situaciones divertidas y ridículas, nunca perdí la facilidad de reirme sola y sin sentir vergüenza, sin creer que estará pensado la gente de mi sonrisa.

Cuando abrí los ojos me di cuenta que soy una nena que todavía mira el cielo sabiendo que lo puede conquistar cuando quiera, y una mujer que lucha por alcanzar todos los sueños, sabiendo que disfruto cada partícula del tiempo que le fue dado.

" EL OLOR DE LA LLUVIA "

Un frió viento de marzo danzaba al final de una noche en Dallas cuando el médico entro a la pequeña habitación donde se encontraba Diana Blessing.

Aun aturdida por la cirugía, su esposo David sostenía su mano mientras se daban ánimo para las últimas noticias.

Esa tarde del 10 de marzo de 1991, una serie de complicaciones obligó a Diana, con tan solo 24 semanas de embarazo, a someterse a una cesárea de emergencia para dar a luz a la nueva hija de la pareja, Danae Lu Blessing.

Con 12 pulgadas y pesando solo una libra y nueve onzas,ellos ya sabían que era una niña precariamente prematura. Aun asi, las suaves palabras del médico cayeron como bombas.

"No creo que lo logre" dijo, tan amablemente como pudo.

"Solamente hay un 10% de posibilidades de que sobreviva la noche y
aun cuando, si por alguna escasa posibilidad lo logra, el futuro para ella podría ser muy cruel".

Pasmados e incrédulos, David y Diana escuchaban a medida que el doctor describía los problemas devastadores a los que Dana se enfrentaría si lograba sobrevivir.

Ella nunca podría caminar, nunca podría hablar, probablemente sería ciega y estaría ciertamente propensa a otras condiciones catastróficas como parálisis cerebral, retardo mental y así y asi....

"No! No!" era todo lo que Diana podía decir.

Ella y David,junto con su hijo de 5 años, Dustin, habían soñado desde hace mucho con el día en que vendría una hija para que fueran una familia de cuatro.

Ahora, en cuestión de horas, ese sueño se desvanecia.

Durante las obscuras horas de la mañana, mientras la vida de Danae dependía del mas delgado hilo, Diana despertó sobresaltada de su sueño, con una creciente determinación de que su pequeñísima hija viviría y viviría para convertirse en una niña saludable y feliz.

Pero David, completamente consciente y escuchando los horrendos detalles sobre las posibilidades de que su hija dejara con vida el hospital, mucho menos saludable, supo que debía confrontar a su esposa para lo inevitable.

David entró y dijo que necesitaba que hablaran sobre realizar los arreglos del funeral.

Diana recuerda "Me sentí tan mal por el porqué estaba haciendo todo lo posible para tratar de incluirme en lo que estaba ocurriendo, pero yo no escuchaba, no podía escuchar" Y dije "No, eso no va a suceder, de ninguna manera!!! No me interesa lo que digan los
doctores, Danae no va a morir!

Un día simplemente ella estará bien y vendrá a casa con nosotros!" Como si la determinación de Diana le diera deseos de vivir, Danae se pegó a la vida, hora tras hora, con la ayuda de cada máquina y logrando que su cuerpecito en miniatura pudiera resistir.

Pero a medida que esos primeros días pasaban, una nueva agonía llegó para David y Diana. En vista de que el sub-desarrollado sistema nervioso de Danae se encontraba esencialmente "en crudo", el mas ligero beso o caricia únicamente intensificarían su incomodidad,
de manera que ni siquiera podían arrullar a su pequeña bebita contra sus pechos para ofrecerles la fuerza de su amor.

Todo lo que podían hacer, mientras Danae luchaba sola bajo la luz ultravioleta en su confusión de tubos y cables, era orar para que Dios se mantuviera cerca de su preciosa niñita.

Nunca hubo un momento en que Danae súbitamente se fortaleciera. Pero a medida que las semanas pasaban, ella milagrosamente iba ganando una onza de peso aquí y una onza de fuerza allá.

Finalmente, cuando Danae cumplió los dos meses de edad, sus padres lograron estrecharla en sus brazos por primera vez.

Y dos meses más tarde, aún cuando los doctores continuaban con gentileza pero implacablemente advirtiéndoles que sus oportunidades de sobrevivir, mucho menos de llevar una vida normal, estaban próximas, Danae salió del hospital y fue a casa, justo como su madre lo predijo.

Hoy, cinco años mas tarde, Danae es una pequeña pero bulliciosa niña, con chispeantes ojos grises y un inextinguible entusiasmo por la vida.

Ella no muestra ningún signo de discapacidad mental o física.

Simplemente, ella es todo lo que una niña puede ser y más,pero este final feliz esta lejos de ser el final de esta historia.

Una relampagueante tarde en el verano de 1996, cerca de su hogar en Irving, Texas, Danae estaba sentada en el regazo de su madre en las gradas de un parque local, donde el equipo de baseball de su hermano
Dustin se encontraba practicando.

Como siempre, Danae estaba parloteando sin parar con su madre y algunos adultos que se encontraban sentados en un lugar cercano cuando súbitamente guardo silencio.

Rodeando su pecho con sus brazos, Danae preguntó

"Mami, hueles eso?"

Olfateando el aire y detectando la cercanía de una tormenta, Diana contesto "Si, huele como a lluvia" Danae cerro sus ojos y nuevamente preguntó, "Hueles eso?"

Una vez más, su madre contesto, "Si creo que pronto estaremos mojados, huele a lluvia" .

Aún atrapada en el momento, Danae sacudió su cabeza, acarició sus delgados hombros con sus pequeñas manos y en voz alta anuncio,

"No, huele a EL. Huele a Dios como cuando uno recuesta la cabeza en Su pecho"

Lágrimas arrasaron los ojos de Diana, mientras Danae felizmente brinco de su regazo para ir a jugar con los otros niños.

Antes de que la lluvia cayera, las palabras de su hija confirmaron lo que Diana y todos los miembros del resto de la familia Blessing siempre supieron, por lo menos dentro de sus corazones.

Durante esos largos días y noches de sus primeros dos meses de vida, cuando sus nervios eran demasiado sensibles para que ellos pudieran tocarla, Dios sostenía a Danae en Su pecho y era Su amoroso aroma
lo que ella recordaba tan bien.