domingo, 4 de diciembre de 2016

" YO ESTABA AHÌ "

Aún recuerdo ese día, una demora tan grande, que en verdad era especial en mi vida...

La noche anterior no tenía el deseo de dormir, sino, pensaba en papá Dios y qué le podría pedir.

Para ese día, estaba feliz, pues a la escuela no pude ir, pero como un niño chiquito tuve que oír las instrucciones de mi padre para al hospital no llegar tarde.

Ya estaba todo preparado: el doctor, enfermera, quirófano, y lo mas importante: un ángel, mi madre estaría dentro, dormida, dormidita, esperando abrir los ojos, sin miedo, con calma, sin el enorme sufrimiento de un terrible pensamiento, mientras las horas pasaban en silencio.

Poco a poco se reunía, esta maravillosa familia, para unir fuerzas y rezos, para el siguiente día poder llenarle de mil besos y abrazos a una señora luchona, incansable e invencible.

Pero justo en ese momento, en ese instante, junto al bello monumento de mi Dios amado...

Suplicaba y decía:

"Soy muy joven para quedarme sin madre, no te la lleves, señor, que me sirve en cada instante".

En ese momento todo pasaba lento, no se oía nada, todo era mudo, pero sobresaltaba mi voz que pedía a papá Dios, que lo mas bello en este mundo, se quedará a amar, tal como lo hace mi hermosa mamá.

Y en ese momento, en ese segundo en el que pedía, mi hermana tocó mi hombro para decirme: "papá Dios te ha oído, papá Dios te ha escuchado, mi madre mil besos esta esperando, para alimentar con rezos estos terribles momentos", y sin poder contener el llanto solo quedó decir: "gracias".

Tras días después, mi madre salía del hospital... aun recuerdo ese día, ese bello momento en el que me volvía un joven con una amplia admiración a mi ángel más bello, desde el fondo de mi corazón.

Pasan los días, y con risas y llantos se recuerda ese día tan especial en mi vida que desde aquel miércoles, no me he ido ni un solo día sin decirle “te quiero, madre mía”.

Se apagan las luces para encenderse, se para el reloj para recordar esos minutos que permiten concentrar al señor divino, que le digo y replico: Gracias, por ponerme a un ángel como ella, gracias señor por ponerle nombre a mi ángel, el nombre de madre, de mamá.

Aun recuerdo ese día, ese momento, pues yo estaba ahí, yo era bendito, de la felicidad y como un niño chiquito gritaba a los aires, que la bendición de ser madre, no es tan grande como la de ser hijo...

Aun recuerdo ese día, ese hospital, ese momento, mi ropa que usaba, si, aun lo recuerdo, yo estaba allí...

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