martes, 31 de enero de 2017

Una reflexión sobre el amor (Introducción)


Varias veces he preguntado a jóvenes para qué viven, cuál es su principal objetivo en la vida, incluso he ensayado esto con religiosos y aspirantes a la vida sacerdotal y lastimosamente he comprobado cómo lo que debería ponerse con toda claridad y espontáneamente como lo central de todo, aparece solo de una manera velada, y como sobreentendida, pero no expresa ni consciente.

Por ejemplo, a los laicos comprometidos se les dijo:

¨ Si fueras catequista, cuáles serían tres cosas a las que te entregarías con mayor cuidado

¨ Si fueras maestro, cuáles serían las tres cosas más importantes que tú harías

¨ En la vida matrimonial cuáles son las cosas más importantes que hay que tener en cuenta.

En esta encuesta fue raro el que contestó <<amar>> y menos aún el que puso expresamente el amor como primer lugar como tarea principal.

Del amor se habla mucho, pero muchas veces no se sabe decir con exactitud lo que es, sino que solo se tienen ideas vagas y genéricas y no se reflexiona tampoco sobre las características propias del amor de hermanos, que hacen que se diferencie grandemente de otras maneras de entender lo que es el amor.

El amor es la fuerza que mayormente impulsa la vida de una persona y es trama fundamental de la vida social; es motor de la historia humana y principalmente de la historia divina.

Ciertamente que fuera del catolicismo hay enseñanzas sobre el amor, ya que, como el cristiano sabe, es una ley interior suscitada por el Espíritu Santo en todos los corazones.(Jer.31,33b) <<ley antigua>> (1 Jn.2,7), <<ley grabada en el corazón de los hombres como lo atestigua nuestra conciencia que a veces nos acusa y otras nos alaba>>(Rom.2,15).

El budismo es la religión no católica que en comparación con otras le da un puesto más importante a la benevolencia (<<maitri>>) y dice por ejemplo, <<no hay nada más poderoso que la <<maitri>>. Jamás el odio ha extinguido al odio. Sólo la benevolencia ha
apagado al odio. Ésta ley es eterna>> (Majihima Nikaja, 1, 129; Dhammapada, est. 4,5).

En el Islam la limosna a favor de los demás, que es considerada obligatoria, es uno de los elementos religiosos fundamentales, que nos hace merecedores de la <<mansión final>> (Cfr. Corán LXX, 24; LXXVI,8)

Sin embargo, podemos afirmar con toda seguridad que ninguna religión habla tanto y tan frecuentemente del amor como el cristianismo; de modo especial es muy difícil encontrar fuera de el enseñanzas sobre el amor hacia todos indistintamente y principalmente hacia los enemigos.

La experiencia al tratar este tema, la he adquirido principalmente al desarrollar la convicción que tengo de lo que distingue de una manera esencial a una comunidad en relación con un equipo de trabajo o con un grupo de oración o de formación cristiana es el amor centrado en las personas como tales, antes que en la oración, en la Biblia, en el apostolado o en la misma formación, todo lo cuál puede existir sin amor, aunque todo por otra parte, pueda serle necesario, es sencillo, el amor le da sentido a todas las cosas en nuestra vida.

El objetivo de una comunidad cristiana no es exterior a ella misma, sino que se identifica con las personas:<<ellas son el objetivo>> por el que nos reunimos y unimos y este objetivo se llama <<amor>>

Por otra parte, en el tema del amor sucede que, mientras más lo profundizamos, más nos damos cuenta de que todavía estamos muy lejos de vivirlo en plenitud.

El que medita sobre el amor, no puede menos que decir en una actitud de conversión permanente: “Misericordia, Señor; haz m corazón semejante al tuyo”, o inclinar la cabeza y decir apenado: “Señor tu sabes que te quiero” (Jn. 21,17). En el amor nunca se puede decir “yo ya me sé todo”.

La finalidad de este escrito no es tanto hacer una exhortación que mueva los corazones con palabras vibrantes y ejemplos conmovedores, sino el dar una instrucción clara y precisa sobre el amor.

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