Llueve una vez más y ya nunca será igual, porque inevitablemente te recordaré con cada gota que moje mi pelo, la humedad me traerá el deseo por tus besos, necesitaré tu calor, refugiarme en tus brazos llenos de amor...
Llueven mis ojos, desbordan de una llovizna salada, brillan y cubren con su reflejo los dorados encuentros tan llenos de magia.
Llora el cielo conmigo, siento caer cada gota y no logro concentrarme en nada, mis pensamientos están llenos de vos, de tu olor, de tus pasos y tu desnudez, esa mirada que me envuelve y me transporta hacia mundos de intangible belleza, de suaves sabanas, de enredos de palabras, que sellan nuestro amor con gratificantes lenguas, que hablan un dialecto solo audible por nuestros corazones…
Llueve, vuelo a tus brazos, me filtro en tus ideas y te pierdo en la reyerta, entre el bien y el mal, el deseo y el deber, las ganas y no poder, obligaciones de un mundo que no siento sea el mío, ni el tuyo.
Intentaré bajarme, buscaré la paz, que solo creo encontrar en ese lugar, porque siento que me voy a morir si no estás…
Y no puedo, ni debo, ni quiero sufrir por tu amor, déjame que abra mis alas e intente volar, aunque será duro, quizás me golpee un poco, pero hasta que con el abismo no me choque, seguiré…
Llueve y te dejo mi amor en un lugar secreto de tu corazón, es solo tuyo y no habrá otra alma que ocupe tu lugar porque vos me hiciste volar muy alto.
Vos pusiste en mis manos tu amor, vos sos el culpable de tantas noches de insomnio, de tantas tardes anaranjadas de una laguna que ocultó el secreto, del viento cómplice que me dejó disfrutarte de otra manera, de esa gran mañana en la que nos fundimos y fuimos uno y desde entonces no desear pederte jamás…
Sigue lloviendo pero no estas, sigue mi alma en su largo transitar, sigo, aunque sé ya nunca más me amarás…
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