Un día de Octubre, cerca del 27, alejada un poco de la rutina diaria de una adolescente de catorce años, (estudios, familia y amigos) recordé que ya iba a cumplir quince primaveras como solemos decirle, tal vez por la ilusión.
Y estuve pensando qué quería de regalo para ese día tan anhelado.
Miré mi cuarto estaba bello, en el armario tenía ropa aun sin estrenar, lo mismo con los zapatos, y pues libros me sobraban, a decir verdad era lo último en lo que pensaba.
Me levanté y me miré en el espejo, luego volví a la cama.
Comencé a recordar los buenos momentos de mi niñez, indudablemente mis ojos se llenaron de lágrimas y la nostalgia invadió mi espacio, al cabo de llorar largo tiempo, pasó la nostalgia, sequé mis lágrimas y pasó el día.
Por la noche cuando me acosté en mi cama para ir a dormir, comencé a orar como suelo hacerlo desde niña y en mi charla con Dios, le comenté que quería que me regalara para el día de mi cumpleaños un sueño: si, quería soñar con mi papi, que tenía cinco años de haber fallecido, y yo quería volverlo a ver...
Llegó la mañana del 27 y aun despierta, inconscientemente no quería abrir mis ojos, y mucho menos levantarme pues no había soñado nada... cansada de esperar y harta de no soñar me levanté y viví ese día como otro día más en mi vida. Pero el deseo de verlo estaba en mi corazón y crecía cada vez más...
Pasó el tiempo y la vida continuó para mí. Una noche llegué de la universidad agotada, y casi vencida por el sueño, antes de dormir como siempre hablé rápido con Dios, le di gracias por el día, y me acosté a dormir: en la mañana me desperté llorando de alegría y dándole gracias a Dios por haberme concedido mi regalo de 15 años, después de dos años.
En efecto, soñé con mi papa como tanto anhelé: pero también comprendí de cuanto lo amaba, aunque crecí sin él, comprendí que la muerte solo la causa el olvido, y que en realidad los sueños, no nos alejan de nuestro profundo sentir.
Comprendí que la sabiduría de Dios es infinita y que todo tiene su tiempo; pues si hubiese soñado cuando tenía 15 años, no hubiese podido comprender lo que hasta entonces pude.
Y ese fue mi verdadero regalo.
La vida es un rompecabezas, y la pieza clave para armarla es Dios, su sabiduría es infinita, y sus potenciales ilimitados, el siempre oye la oración del justo. Pero la decisión es tuya. Lucha y reclama lo que anhelas, a fin de cuenta el sabio obtiene lo que su corazón anhela...
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